Dick Tracy se reclino en su asiento y dejo funcionar la imaginación. Contemplo la tranquila calle de la zona residencial y le resulto fácil visualizarla envuelta en un denso velo nocturno.
¿Había habido luna esa noche? Averígualo, se dijo. Los arboles proyectan sombras bloqueando la luz del cielo. Pocos postes de alumbrado, no eran de alta intensidad. Dick Tracy no entendía como algunos se tragaban el mito de la seguridad.
Continuo reconstruyendo el momento en su mente. La chica caminaba, sola, después del anochecer, dándose prisa. Debía resultar inquietante, aunque pensara que no había nada que temer. Estaba sola.
A paso ligero, oyendo las suelas de sus zapatos repiquetear en el suelo. Sujetando los libros del colegio sobre su pecho. Y después, ¿qué? ¿un carro acercándose despacio por detrás, con los faros apagados? ¿la había acechado como un depredador nocturno?
Dick Tracy tomo nota para sus adentros. La agresión tuvo que ser rápida, silenciosa y repentina. Una sorpresa absoluta. ¿Que había necesitado él para conseguir eso?
Aquella noche fue ideal para la caza. Simplemente paso por allí en el momento equivocado, por azar, o porque así lo quiso el destino. ¿O era ella la presa que él ya tenia elegida y estudiado?. La noche le brindo la oportunidad.
En todo acto violento siempre hay un nexo. Un motivo oculto. Un conjunto de reglas y de respuestas, una ecuación diabólica que tiene como resultado la muerte. En la mente de Dick Tracy se agolpaban las preguntas, algunas de las cuales tenia perdida la esperanza de responder.
Dick Tracy ordeno inmediatamente una batida en la zona donde la muchacha desapareció. Pensaba que ya comprendía a que se enfrentaba. La pesadumbre invadió el poco animo que tenia. Respiro hondo, en silencio, intento convencerse de que aun quedaba una posibilidad.
Él sabia, claro esta, que eso era mentira. Sin embargo se aferro a ello en su fuero interno, pues la alternativa es algo que no deseaba contemplar.
En una roca plana, grande y ancha, situada a la margen del rio, vieron una figura desnuda. Parecía estar tomando el sol. Fue la primera impresión.
Separados los brazos, como un crucifijo. Los ojos abiertos, le cortaron los parpados. Los dedos de las manos cercenados desde la falange. Un mechón de su cabello y parte de los pelos del pubis fueron arrancados con violencia. Trozos de ropa desperdigados por toda el área.
La chica estaba muerta...
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