Este proyecto nació por una mujer y se ha mantenido en el tiempo por el bendito milagro de seguir conociendo a otras. Así que dedico este blog a la creación más bella. Las mujeres. Por ustedes el arte, la música, las guerras, las penas, las glorias... "Y el cómic"

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6 ene 2015

Las olimpíadas nazis

Adolf Hitler y Joseph Goebbels firman autógrafos a miembros del equipo canadiense de patinaje artístico durante las Olimpíadas de invierno. Garmisch-Partenkirchen, Alemania, febrero de 1936.
Durante dos semanas en agosto de 1936, la dictadura nazi de Adolf Hitler camufló su carácter racista y militarista mientras era anfitrión de las Olimpíadas de Verano. Dejando de lado su agenda antisemita y los planes de expansión territorial, el régimen explotó las Olimpíadas para impresionar a miles de espectadores y periodistas extranjeros presentando la imagen de una Alemania pacífica y tolerante.

En 1931, el Comité Olímpico Internacional escogió a Berlín como sede de las Olimpíadas de Verano de 1936. Esto significó el regreso de Alemania a la comunidad internacional tras su aislamiento después de la derrota de la Primera Guerra Mundial.

Los nazis realizaron preparativos elaborados para las Olimpíadas de Verano del 1 al 16 de agosto. Se construyó un enorme complejo deportivo y banderas olímpicas y esvásticas adornaban los monumentos y las casas de una festiva y concurrida Berlín. La mayoría de los turistas ignoraba que el régimen nazi había retirado temporalmente los letreros antisemitas.

El 1 de agosto de 1936, Hitler inauguró las 11° edición de las Olimpíadas. Las fanfarrias dirigidas por el famoso compositor Richard Strauss anunciaron la llegada del dictador a la multitud en su gran mayoría alemana. Cientos de atletas en uniformes de gala de debut marcharon hacia el estadio, equipo por equipo, en orden alfabético. Dando inicio a un nuevo ritual olímpico, un corredor solitario llegó portando una antorcha que, de relevo en relevo, inició su recorrido en la sede de las antiguas Olimpíadas de Olimpia, en Grecia.

Cuarenta y nueve delegaciones de atletas de todo el mundo compitieron en las Olimpíadas de Berlín, más que en cualquier otra Olimpíada. Alemania presentó la delegación más numerosa con 348 atletas. La delegación estadounidense fue la segunda más numerosa, con 312 miembros, incluidos afroamericanos. El Presidente del Comité Olímpico Estadounidense Avery Brundage dirigió la delegación. La Unión Soviética no participó en los Juegos Olímpicos de Berlín.

Alemania promovía hábilmente las Olimpíadas mediante coloridos pósteres y anuncios a doble página. Las imágenes de los atletas relacionaban a la Alemania nazi con la antigua Grecia, simbolizando el mito racial nazi que sostenía que la superior civilización germana era la legítima heredera de una cultura “aria” de la antigüedad clásica. Esta visión de la antigüedad clásica enfatizaba las características raciales “arias” ideales: personas rubias de ojos azules, de aspecto heroico y facciones delicadas.

Los esfuerzos propagandísticos concertados se extendieron mucho más allá de las Olimpíadas con el lanzamiento mundial, en 1938, de “Olympia”, el controvertido documental sobre las Olimpíadas dirigido por la cineasta alemana y seguidora nazi Leni Riefenstahl. El régimen nazi la escogió para realizar esta película sobre las Olimpíadas de Verano de 1936.

Alemania salió victoriosa de la 11º edición de las Olimpíadas. Sus atletas se adueñaron de la mayoría de las medallas, y la hospitalidad y capacidad organizativa alemanas se llevaron todos los elogios de los visitantes. 

La mayoría de las fuentes de información se hicieron eco de un artículo publicado por el New York Times que señalaba que las Olimpíadas habían devuelto a Alemania a "la comunidad mundial" y le habían restituido su "humanidad". Otros tenían la esperanza de que este pacífico intervalo perdurara. Sólo unos pocos periodistas, entre ellos William Shirer, pensaban que el brillo alemán era una mera fachada que ocultaba un régimen racista y opresivamente violento.

Mientras se presentaban los informes posolímpicos, Hitler proseguía su paso con grandes planes de expansión para Alemania. Se reanudó la persecución de los judíos. Dos días después de finalizadas las Olimpíadas, el capitán Wolfgang Fürstner, director de la Villa Olímpica, se suicidó luego de que fuera dado de baja del servicio militar debido a su ascendencia judía.

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