Lindbergh se trasladó a Europa en 1935 donde pudo conocer la organización y funcionamiento de las incipientes fuerzas aéreas de varios países. Quedó especialmente impresionado por la organización de las fuerzas aéreas alemanas.
A su regreso a los Estados Unidos, en 1939, recorrió el país dando conferencias en contra de la participación americana en la guerra, declarándose partidario del aislacionismo. Expresó en numerosas ocasiones que la Luftwaffe le parecía invencible para cualquier otra fuerza aérea, contribuyendo notablemente a la fama de la Fuerza Aérea alemana durante la Segunda Guerra Mundial.
Mostró su abierta admiración por el Tercer Reich y Adolf Hitler, apoyando algunas de las medidas más polémicas del nazismo, como la política de partos selectivos. La polémica desatada por sus opiniones, marcadamente racistas, le obligaría a abandonar todos su cargos públicos, aunque su imagen quedó muy dañada.
Para lavar su imagen, durante la Segunda Guerra Mundial actuó como técnico civil en la fabricación de aviones, llevando a cabo incluso algunas misiones de reconocimiento con las fuerzas aéreas estadounidenses en el Pacífico y Europa.
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