Es comprensible que las damas tomen ciertas precauciones antes de ocupar un taxi...
Durante el tiempo que dure el viaje, su vida está en manos de un extraño, pero también soy un convencido de que acompañarlas durante el proceso es la prueba definitiva de la paciencia de un caballero.
Mientras la futura pasajera agudiza eso que llaman instinto femenino para decidir la opción más convincente entre el desfile de vacantes que, uno tras otro, saludan, chiflan, agitan sus brazos o sacan la cabeza por la ventanilla, ha pasado hasta una hora bajo la lluvia.
La dama justifica la rigurosidad de la escogencia evocando lo que le pasó a una vecina o una amiga, junto a informaciones de prensa y las no pocas leyendas urbanas que acuden a la mente de una mujer precisada a viajar sola en un taxi...
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