Este escritor (1928-1982), clasificado a la ligera entre los géneros de terror gótico o ciencia ficción, se caracteriza por impregnar los argumentos de sus relatos con reflexiones más o menos filosóficas o científicas que trascienden el mero desarrollo de la acción para ofrecer un sugerente análisis psicológico de los personajes y de los conflictos que arrastran.
Una mirada a la oscuridad, tal y como manifiesta el autor en su epílogo o nota final, tiene cierto carácter autobiográfico, en cuanto que reproduce las andanzas de una generación, la de los años 70, que se creyó las promesas de una felicidad rápida, intensa y acelerada, conseguida a través de las drogas, y pagó por ello un alto precio.
La novela, es, entre otras cosas, un testimonio sobre las consecuencias de una terrible decisión respecto al mal uso de las drogas, de un error de juicio que desembocó en una Némesis igualmente terrible, cuya venganza se cobraba en vidas humanas y en secuelas físicas o psicológicas, que estigmatizaron a unos jóvenes a los que se permitió e incluso se aplaudió por atreverse a ser felices todo el tiempo.
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