No ladraba nunca, ni siquiera cuando era un cachorro y cargaba con una cantidad de piel tres veces superior a su talla.
Pronto se gano el calificativo de "SILENCIOSO", que llevaba descuidadamente colgado del pecho como una condecoración.
Iba de un lado a otro a su antojo, con su andar desmañado al limite de la desarticulacion. Al mirarlo, pensaba con frecuencia que los movimientos, mas que coordinarlo, lo eludían.
No puedo decir que "SILENCIOSO" fuera en realidad mi perro, ese animal daba la sensación de pertenecer solo a si mismo.
"SILENCIOSO" murió. Hoy hace diez años. El perro más silencioso, espiritual y contradictorio que he conocido...