La justicia revolucionaria ha dado a luz delitos que no existen en ninguna legislación y cuya supuesta comisión no requiere de testigos o pruebas. Dos alcaldes de oposición, Enzo Scarano, de San Diego, Estado Carabobo y Daniel Ceballos, de San Cristóbal, capital del estado Táchira, fueron destituidos y encarcelados por desacato a una notificación judicial publicada en la prensa.
En el caso de Ceballos, el agravante fueron sus conversaciones telefónicas en las que trazaba estrategias políticas con partidarios. El dirigente político y ex alcalde Leopoldo López, está en la cárcel por los delitos de instigación pública, daños a la propiedad e incendio, ambos en grado de determinador.
Pero además por tráfico de influencias, lo que se deriva de sus conversaciones telefónicas. Esas singulares imputaciones, sin necesidad de pruebas, han sido fabricadas por la Fiscal general más abyecta en la historia de Venezuela, se merece que la llamen fiscala.
En el caso de Ceballos, el agravante fueron sus conversaciones telefónicas en las que trazaba estrategias políticas con partidarios. El dirigente político y ex alcalde Leopoldo López, está en la cárcel por los delitos de instigación pública, daños a la propiedad e incendio, ambos en grado de determinador.
Pero además por tráfico de influencias, lo que se deriva de sus conversaciones telefónicas. Esas singulares imputaciones, sin necesidad de pruebas, han sido fabricadas por la Fiscal general más abyecta en la historia de Venezuela, se merece que la llamen fiscala.
La tapa del frasco ha sido el delito inventando por un diputado ágrafo que gracias a la meritocracia revolucionaria, ocupa la vicepresidencia de la Asamblea Nacional. El nuevo crimen es vandalismo lingüístico y el criminal es el presidente del gremio médico del estado Aragua.
Cometió ese neodelito al denunciar ocho extrañas muertes por una epidemia indeterminada en esa región. En un país en el que cada día es más difícil encontrar medicinas y la gente acude al Twitter para suplicar por ellas, en que los hospitales carecen de los mínimos recursos para diagnósticos y tratamientos, en que las clínicas privadas han debido reducir al mínimo las intervenciones quirúrgicas por falta de recursos, hasta de anestesia; el delito es revelar que hay gente muriendo por una epidemia ignota e incontrolada.
Hay que agradecer al altísimo que a estas tierras no haya llegado el ébola, la mortandad sería de cientos de miles y las cárceles no alcanzarían para recluir a quienes mencionen la soga en la casa del ahorcado, aunque sea por teléfono.
Cometió ese neodelito al denunciar ocho extrañas muertes por una epidemia indeterminada en esa región. En un país en el que cada día es más difícil encontrar medicinas y la gente acude al Twitter para suplicar por ellas, en que los hospitales carecen de los mínimos recursos para diagnósticos y tratamientos, en que las clínicas privadas han debido reducir al mínimo las intervenciones quirúrgicas por falta de recursos, hasta de anestesia; el delito es revelar que hay gente muriendo por una epidemia ignota e incontrolada.
Hay que agradecer al altísimo que a estas tierras no haya llegado el ébola, la mortandad sería de cientos de miles y las cárceles no alcanzarían para recluir a quienes mencionen la soga en la casa del ahorcado, aunque sea por teléfono.