Este proyecto nació por una mujer y se ha mantenido en el tiempo por el bendito milagro de seguir conociendo a otras. Así que dedico este blog a la creación más bella. Las mujeres. Por ustedes el arte, la música, las guerras, las penas, las glorias... "Y el cómic"

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8 may 2016

Creencias religiosas (parte III)

Spiderman y el Capitán América son protestantes y por eso hacen chistecitos mientras ven cómo sus enemigos se despeñan hasta la muerte. Superman es metodista y por eso busca refugio en la soledad helada del Polo Norte.

Los católicos, por contra, hallan confort en el confesionario de la iglesia o en un reclinatorio en penumbra. Los católicos se acogen a lo sagrado sabiendo que el mundo se desmorona ahí afuera, en ciudades góticas y terribles, jamás se traspasa las puertas de una iglesia.

Ese refugio es la salvación de un hombre como Daredevil, el alter ego del abogado ciego Matt Murdock. Este diablo bueno (devil, un temerario) es una contradicción tan evidente que le atormenta lo indecible. La culpa le persigue no solo a él, sino a sus padres. 

Su madre abandona a su padre y se mete a monja poco después del accidente radiactivo que dejó ciego al pequeño Matt. Su padre, un boxeador alcohólico, duro y con principios, es asesinado por negarse a amañar un combate.

Daredevil revela su doblez a un sacerdote en secreto de confesión, lo que vino a ser lo mismo que arrepentirse de cometer el pecado de ser un superhéroe. Cualquiera podría pensar que confesarse de haber eliminado a unos pérfidos malvados conlleva la absolución automática, y así sería si Daredevil fuera presbiteriano, pero un cura católico jamás pone las cosas tan fáciles. 

El sacerdote le reprocha a Daredevil que, habiendo otras maneras, haya escogido esa forma ilícita de luchar a favor del bien. O sea, que le dice lo que un católico ya sabe. El quinto, no matarás.

También lo sabe Hellboy, un demonio católico romano que fue abandonado en una iglesia y que fue encontrado por el profesor Trevor Bruttenholm. El pequeño diablo lleva un rosario que le ofrece el recuerdo constante de que parte de su naturaleza es humana y de que la Redención está hecha para él. 

Es su fe, su condición de hombre católico, lo que le lleva a combatir a las fuerzas del mal de la dimensión demoníaca de la que él mismo (¿fue expulsado?) salió.

Lo interesante de Hellboy, como del propio Hulk, es que ninguno de los dos tuvo la oportunidad de elegir. Son dos superhéroes a su pesar, dos tipos que jamás se han acercado a una modista para que les arregle la capa. La diferencia fundamental entre los dos es que mientras Hellboy continúa aferrado al rosario que le equilibra, Bruce Banner no tiene control alguno sobre su monstruoso alter ego.

Es por eso que a la bestia verde no le afectan los sentimientos religiosos de Banner, y por eso él no busca consuelo alguno en la fe. Incluso después de la muerte, el doctor Banner confirma que, aunque él sí cree en la vida eterna, su credo es algo privado.

El más estresado de todos es Batman y curiosamente es, de todos los superhéroes, incluidos los que no tienen superpoderes como él, el que más menciona a Dios a lo largo de su obra (a pesar de que no es practicante).

...CONTINUARA

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