Sin saber por que, aquella noche soñó. Supo que era un sueño. Verla flotando desde una altura imposible. Un sueño por la luz rojiza que no surgía de ningún sitio y de todos a la vez. Era un sueño porque no podía moverse.
Sintió sus manos recorriendo su cuerpo, acariciando su pecho, enredándose en su pelo y aquellos labios ardientes besándole con ternura y apartándose cada vez que intentaba responder al beso. Una lengua acariciando el cuello. Comenzó a desesperarse por no poder tocarla ni responder a sus caricias.
El peso de su cuerpo apretándose contra el. Uñas clavándose dolorosa y a la vez excitantemente en sus hombros. Dientes mordiendo. El ritmo lento y acompasado del movimiento que a el le pareció suave música transformándose en una sinfonía de dolorosa urgencia.
Supo que era un sueño cuando sintió que su cuerpo casi iba a estallar y ella gritó, desatando una risa malvada.
En un ataque de furia estrelló el despertador contra la pared y se dispuso pacientemente a esperar a la noche para seguir soñando...
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