La orquesta, hasta ahora en silencio, ejecuto una música apasionada a cuyo son los comensales danzaron marcando el ritmo con cadentes movimientos. De golpe, tras la máscara de un payaso, conocido como Pennywise, hizo acto de presencia la figura mas esperada de la noche, todos tomaron asiento a la la mesa.
Aparecieron jóvenes de deslumbrante belleza y luciendo batas de ceda con hilos de oro, ondeando sus cuidadas cabelleras. Con gracia inusitada depositaron fuentes y jarras. Escanciaron licores y vinos y sirvieron los primeros entrantes.
No habían terminado de beber, cuando les sirvieron vermut mezclado con infusión de ajenjo, también trajeron vino tinto de Falerno, endulzado con miel ática y enfriado con nieve de los montes Albanos. A esto se añadieron cazuelas con ostras del lago Fumino y vieiras del Egeo, recubiertas de una salsa preparada con yema de huevo y pimienta.
El gran salón estaba lleno de música, risas y voces. Pennywise paseo la mirada por la sala complacido. Observaba las caras extravagantes de sus invitados, parecían competir entre ellos para ver quien reflejaba mas horror. Aparto la vista de los comensales, pensaba, ya llega la hora.
Pennywise cerro los ojos para atraer los malos pensamientos que tanto lo divertían, sintió que el corazón le latía apresuradamente, los asesinatos comenzaron. Un baño de sangre y viseras tiño de rojo el gran salón.
Muertos todos los invitados, aparecieron nuevamente coperos y doncellas, le ofrecían cuencos de agua perfumada para lavarse las manos...
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