Hoy cumplo 60 años. Ha sido un año, no se, quizás bueno, he tratado de pasar el mayor tiempo posible con JerJes Ascanio y Rebeca Ascanio, mis hijos. Los veo a ellos dos, día a día, detrás de los muros con que defienden su intimidad.
Puertas adentro, hay gente leyendo muchísimo y escribiendo cosas que no se habían escrito antes en este país. Hay conversaciones de una agudeza que nunca se lee o se escucha en los medios. Hay cocina notablemente superior a la de la inmensa mayoría de los restaurantes, hecha con más cariño que ingredientes.
Hay gente dibujando, pintando y esculpiendo; o preguntándose si es el momento de cambiar de oficio; o manteniendo con delicados quehaceres diarios sus jardines.
Personas como nosotros que meditan, hacen cerámica, coleccionan, investigan. Que son guardianes de los aportes de nuestros mayores y de quienes vinieron de otros sitios, que son guardianes de nuestra diversidad cultural y étnica.
En lo privado, hay gente ayudando a quienes tienen problemas más graves y gente pensando cómo reconstruir este país. Y reteniendo los significados verdaderos de palabras sagradas como república, sociedad, libertad, humanidad.
A mis hijos, gracias por los días que me dan cada día...
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