Los detectives Homero Simpson y Carlos Carlín, de la división Miami Vice, se preparan para cumplir una importante misión. Van a la caza de Tony el gordo, personaje identificado como líder de la mafia de Springfield.
A Carl le agobian los escrúpulos, ha pasado por todos los entrenamientos pero nunca a tenido que matar a un hombre. Eso le preocupa. ¿Como se siente?
Homero miro por la ventanilla del auto las sombras que pasaban velozmente... Es como entrar por una puerta a un lugar en donde nunca se ha estado. Esta lleno de ojos, algunos coléricos, muchos asustados, la mayoría suplicantes... y todos preguntándose ¿seré yo ahora?
-No hay mucho de eso- contesto Carl, nunca se quita una vida, a menos que sea absolutamente necesario, sabiendo que si uno tiene que hacerlo esta salvando muchas otras vidas.
Homero ríe con desgano. Esa es la justificación, la única que se supone debe existir. Uno se lo quita de la mente, lo guarda tras una puerta en alguna parte de la cabeza y mata.
-Si, creo que entiendo- afirma Carl. La justificación esta en la necesidad. Uno debe aceptar eso. ¿No es así?
Homero... -Así es, la necesidad- voltea y mira la cara de Carl, un leve movimiento de la comisura de sus labios dibuja un gesto cínico en su boca.
Homero recuesta la cabeza en el respaldo del asiento. Cierra los ojos... Hasta que se abre la puerta con mas y mas frecuencia. Finalmente no se cierra nunca y uno se queda mirando hacia adentro...
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