Por todos son conocidas las bondades desestresante de la catarsis, aunque el comercio, concentrado en celebrar el Día de los Enamorados...
...no toma en consideración el potencial de retribuir al destinatario de nuestras animadversiones, ya sea un jefe puñetero o la ex cónyuge que nos dejó en la bancarrota. A tal fin, en su día nos levantaremos temprano a pincharle un caucho al susodicho, enviarle abominables sorpresas, esquelas injuriosas o al menos un chiclito ya masticado y lanzado inadvertidamente desde un balcón hacia el pelo del mimoso.
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