Baste con sintonizar la TV y ¡PAF! ...Caricaturas japonesas que saltan a la vista. Mujeronas cuyas minifaldas revelan picones fuera de su órbita, muslos como perniles y pechos que hacen lucir como mortadela a Roxana Díaz en su video casero.
Los animes o dibujos animados nipones son blanco de críticas por su carga sexy y violenta. No soy experto en la materia para decir lo contrario, pero sí pienso rotundamente que quienes afirman con nostalgia que las “comiquitas de antes” eran la pulpa del candor, están equivocados.
Popeye, por ejemplo, fue el colmo de la doble moral, un fumador compulsivo que ni para masticar la nutritiva espinaca se sacaba la pipa de la boca.
La continua represión ejercida por el agente Matute contra Don Gato y sus pandilla era una muestra indignante de brutalidad policíaca, mientras la obsesión de la Gata Loca por Ignacio reflejó la suma de los síntomas del acoso sexual moderno.
Y no hablemos de la dualidad sexual de Batman y Robin o Mandrake y Lotario, para no adentrarnos en la psicopatología...