Este proyecto nació por una mujer y se ha mantenido en el tiempo por el bendito milagro de seguir conociendo a otras. Así que dedico este blog a la creación más bella. Las mujeres. Por ustedes el arte, la música, las guerras, las penas, las glorias... "Y el cómic"

Licencia

Creado a partir de http://elentrompe.blogspot.com/. Pueden aplicarse cláusulas adicionales.
Al visitar este sitio web, usted acepta los términos de uso y la política de privacidad.
Elentrompe® es una marca registrada por Jerjes Ascanio
sin ánimo de lucro.

31 oct 2014

Calabozo


La muralla estaba cubierta de salitre, una vaporosa claridad amarillenta comenzaba a descender hacia la sala cavada en el suelo. El prisionero que dormitaba con los brazos plegados bajo el mentón se estremeció y se irguió bruscamente. Huraño, palpitante.



Durante un momento permaneció inmóvil, mirando la bruma de la mañana se se deslizaba por el tragaluz. Escuchaba. Nítidos, aunque ahogados por el espesor de los enormes muros, le llegaban los tañidos de las campanas anunciando las primeras misas.

El prisionero no percibió ruido alguno que pudiera inquietarlo, era solo la angustia lo que le había sobresaltado y despertado. Así como con cada sueño tenia una pesadilla.

Bebió un gran trago de agua para calmar la fiebre que no lo abandonaba desde hacia ya muchos días. Dejo que el agua se aquietara y se miro en ella. Como un espejo. La imagen que logro captar, imprecisa y oscura, era la de un centenario.

Permaneció unos instantes buscando un resto de su antiguo aspecto en aquel rostro flotante, en aquella barba macilenta, en aquellos labios hundidos en la boca desdentada. Las manos le temblaban.

Quiso gritar su nombre para impedir que su espíritu se diluyera en la demencia, para recordarse quien había sido. Mientras conservara un soplo de vida, seguiría siendo, aun en aquel calabozo, el hombre que en un tiempo fue.

¿Pero que lugar del cuerpo no se ha convertido en una llaga o en asiento de un dolor ?

La sangre circulaba mal por sus piernas, tenia calambres desesperantes desde que lo sometieron al suplicio y la tortura. Con las piernas atadas a unas tablas, sintió hundirse en sus carnes las uñas con las que su verdugo lo atormentaba, mientras una voz fría, insistente, lo apremiaba a confesar.

¿Pero confesar que?

Se desvaneció...

Sobre su carne lacerada, desgarrada, la suciedad, la humedad y la falta de alimentos hicieron su obra.

Siete años...

Se arrodillo, con los ojos fijos en el rayo de luz del respiradero.

Hoy me conducirán al cadalso...

La guillotina me hará libre.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario, regresa nuevamente, saludos...

Imprimir