Ejercemos la libertad poniéndola constantemente en juego, como cualquier personaje de ficción. Pero , a diferencia de los seres imaginarios, cuando la libertad humana apuesta por la violencia, la sangre que se derrama no es maquillaje, ni está hecha de poesía.
Igualmente, la esclavitud laboral y económica en el mundo real es una amenaza mayor de lo que quisiéramos admitir.
La mayoría de las personas viven acosadas por la miseria y la injusticia social. En este mismo instante miles de sujetos están siendo perseguidos por sus ideas, ultrajados en alguna guerra olvidada, asesinados por inanición, marginados por sus preferencias sexuales o explotados incluso con el visto bueno de las leyes.
Hay, por lo menos, dos consecuencias graves en la ausencia de compasión. Por un lado, la solidaridad y la empatía hacia los demás prácticamente desaparecen. En segundo lugar, nos hacemos menos conscientes de nuestra propia vulnerabilidad.
Así mismo, las emociones y los argumentos que suscriben o rechazan propuestas para luchar contra las injusticias sociales (por ejemplo los que apuntan a determinadas políticas socioeconómicas o a ciertos lineamientos jurídicos) pueden encontrar en los mundos de ficción un entorno tan rico como esclarecedor.
La justicia poética no se basa en el azar, el destino o la mano de Dios (esta última sería la justicia divina). Por el contrario, se sustenta en un pilar racional y concreto. Afirma que la imaginación y la sensibilidad poéticas contribuyen a repensar nuestra noción de justicia y, eventualmente, a lograr un modelo de sociedad más justo y compasivo.
Los poderes económicos y jurídicos de cualquier Estado, que se diga democrático, se harán más afines a sus contextos y mejorarán su agudeza racional en la medida que permitan, dentro del seno de sus funciones, cierto protagonismo de la ética narrativa y las emociones.
No estoy defendiendo aquí una postura según la cual el lenguaje poético representaría la única perspectiva sensata. Semejante idea sería tan cuestionable como la tendencia inversa, en la cual todo debería ser reducido a logaritmos y datos científicos.
La clave está en no constreñir las fronteras. Una ballena, según un posible enfoque literario, es un islote viviente; y también es, según la biología, un mamífero cetáceo.
Lo interesante de poder ver las cosas desde muchos ángulos es que se enriquece el abanico de respuestas ante las preguntas por las cosas.
Por eso la literatura es una auxiliar de la justicia...
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