Unidad 42 puede parecer otro de los infaltables policiales de procedimiento que estrena Netflix cada mes. Pero esta serie belga, ambientada en una Bruselas sombría e impersonal, se despega de la dinámica frecuente de esas ficciones, en las que cada caso criminal es espejo de los estados de ánimo de los investigadores, para ejercitar un retrato más abierto de la soledad contemporánea que persigue a un grupo humano en el que los lazos afectivos están en permanente crisis.
La lógica de la serie, además de los clásicos resortes de la investigación, donde se pone en evidencia el intento de seguimiento de los tópicos del género, se apoya en el funcionamiento del grupo.
La estética de Unidad 42 se concentra en un tenso seguimiento de la acción, con una puesta de cámara en mano y adherida a las elipsis que sortean los tiempos muertos.
Varios de los casos son demasiado modélicos, aunque siempre esconden en su resolución un dejo de incierta desesperanza.
Nada en ese mundo parece nunca del todo claro, menos la deriva constante de sus errantes protagonistas...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario, regresa nuevamente, saludos...