Un abrebocas para comenzar, solo diré que hay más sombra de Miyazaki que de Takahata. Ahora quiero puntualizar, pesadumbre, melancolía y tristeza. Aquí se juega, desde la formalidad de la obra, a tratar con valentía una reivindicación de la animación como tal.
La canción del mar es una película animada Irlandesa de fantasía. Será gracias a ello, que su realizador, que podrá experimentar con formas, texturas y tramas que se escapan de lo comprensible, lo real. El espectador emprenderá un viaje hacia lo desconocido y lo fantasioso.
Esta no es una película para pensar en entretener a los más pequeños de la casa. Bien es cierto que la trama protagonizada por niños, un perro muy simpático y la aparición de diferentes criaturas que forjan los periplos y las aventuras de éstos puede resultar algo infantil, todo el filme destila un halo de amargura, de melancolía y de tristeza.
El poder de las imágenes y su sincronización con el sonido, tanto ambiente como musical, convierten a La canción del mar en un filme de irresistible belleza formal que vale de dificultad de la simpleza del trazo de sus dibujos para sumergir a la audiencia en un viaje emocional y perceptivo por lo más melancólico del alma humana.
Quizás sea un detalle agradecer el tratamiento irreal de lo contado, rebajando la dureza sensitiva de lo que se percibe, dejándonos apreciar la belleza sin la necesidad de hacer una introspección de nuestra propia alma y abandonándonos al puro deleite de la visualidad de las formas...
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