En 1783, una de las atracciones más populares en la Europa de la época era El templo de la salud. Promovido por un afable escoses en Londres.
La característica principal de este templo fue una cama con dosel sostenida por columnas de cristal y atendida por la DIOSA de la salud. Desnuda y viva.
Los invitados masculinos eran convidados a acostarse en este catre de ensueños, con la promesa de que el tratamiento recibido les curaría sus inhibiciones sexuales...
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