Estoy feliz, estar contigo me pone así. ¿Eras feliz antes? Eso era diferente. No eludas la pregunta, aunque no tenga derecho a una respuesta. Digamos que hay cierto placer en recordar algo que se dejo atrás. Me parece que son solo palabras.
¿Es tan importante? Lo es cuando pides a alguien que comparta sus mañanas. Yo no quiero herirte, lo decía sin mirarme a la cara, a los ojos. De verdad que no lo quiero. Casi desearía que hubieras vuelto. No iba a venir, pero soy débil.
Esto está mal, inevitablemente voy a herirte, una lagrima asomaba en sus ojos mientras me hablaba. Lo puedo soportar. ¿De verdad? Haz la prueba, vamos a tu habitación. Vacilo por un momento, después dijo, está bien.
Ya en la habitación me quede de pie detrás de ella, la rodie con los brazos, se apoyo en mi y suspiro con un gran temblor en todo su cuerpo. Empece a decirle que la amaba pero me interrumpió. No hables, solo ponte cómodo y nada más.
Oigo la brisa, shhh, su dedo se poso en mis labios, por favor no digas nada. Así que no lo hice. Se me acerco, su mano interrogadora encontró la mía. Las apretamos. Todo mi cuerpo estaba lleno de tal anhelo que casi grito.
Su mejilla se apoyo en mi pierna, nos sentíamos muy cercanos. Su mano comenzó a desabrochar los botones. Tendí mi mano para hacer lo mismo. Susurrando me dijo, no, déjame a mi hacerlo todo. La deje, tenia mucha sensibilidad.
Su pelo enredado en mis dedos, su aliento caliente en mi piel. Por un instante cerré los ojos. Me puse de pie y la ayude a hacer lo mismo. Nos tendimos en la cama desnudos, deslizamos nuestros cuerpos bajo las sabanas. La estreche.
Suspiro. Por favor, no dependas de mi, no confíes en mi porque te lastimare. Hablaba muy bajo. Parece una advertencia, Lo es, créeme, lo es. No me importa, de verdad que no. Pues debería de importarte. Trataba de olvidar lo que era terriblemente claro para nosotros.
Estábamos en una espiral cuesta abajo, corriendo hacia una catástrofe que no nos era desconocida...