Hace tiempo que ella sospechaba
de pequeños detalles dispersos, la hacían sospechar cada vez más en lo mismo.
Temía que la abandonaran por otra en cualquier momento.
Por fin se animo a poner a prueba
la fidelidad de su pareja. Habían sido invitados a una fiesta de disfraces en
casa de unos amigos. Era la oportunidad perfecta.
En el último momento fingió estar
enferma y se metió en la cama. Él trato de animarla, pero no hubo caso. Se puso
su tradicional disfraz de diablo y marcho solo.
Apenas él salió, ella dio un
salto, salió de la cama y saco del closet un disfraz de monja. Se vistió y se
puso un antifaz para que no la reconocieran. Salió rauda y veloz a la fiesta.
Cuando llego noto que su marido
ya estaba completamente borracho, se le acerco y le susurro al oído “sométeme
Satanás”. Sin pensarlo dos veces el diablo se la llevo a un lugar apartado.
Satanás levanto su hábito y le
perforo la virtud. Estaba furiosa y satisfecha a la vez. Había comprobado que
su marido no le era fiel. Pero el hecho de ser ella misma, sin que su esposo lo
supiera, la excitaba hasta el delirio.
Se fue a casa dejando al pobre
diablo sin más diversión. Se baño y se puso a llorar. Un par de horas después
llego él en el último estado.
Le pregunto qué tal le fue
disimulando la rabia. Contesto que se había aburrido mucho, tan pronto llego lo
invitaron a jugar domino en un cuarto aparte.
Pero el anfitrión sí que se
divirtió, le había prestado el disfraz de diablo. Cuando se lo devolvió comento
que se lo había pasado de lo mejor con una monjita toda regalada…
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