En una calle atestada de gente, un hombre se abría paso entre la multitud. Poderoso, malvado y fuerte. Engañosamente ágil. El asesino aun estaba tenso por la emoción que le había provocado la reunión.
Todo ha ido bien, se dijo. Aunque el patrón no se mostró. El asesino se sentía honrado por haber estado en su presencia.
-Secreto, patrón. Me han dicho que tus habilidades pueden alquilarse.
-Depende de quien usted represente. Contesto el asesino.
El desconocido patrón le dijo de quien era parte.
-El asesino, ¿es esto su idea de una broma?
-Veo que le suena nuestro nombre, dijo el patrón, cliente.
-Por supuesto, la hermandad es legendaria. Acoto el asesino.
-Y aun así, duda de mi autenticidad. El cliente.
-Es bien sabido que de la hermandad no queda nada. Asesino.
-Una treta hábil. El enemigo más peligroso es a el que nadie teme. Cliente.
El asesino aun se mostraba escéptico.
-¿La hermandad perdura?. Asesino.
-Más clandestina que nunca. Nuestras raíces invaden todo lo visible. Patrón, cliente.
-Nadie llega tan lejos. Asesino.
-Muy pronto me creerá. El poder de la hermandad ha trascendido ya. Cliente.
El asesino no terminaba de creérselo.
-¿Que han hecho?. Asesino.
El patrón no dijo nada, simplemente se marcho.
Al día siguiente los periódicos de todo el mundo publicaron el mismo titular.
El asesino se convirtió en creyente...
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