Tengo una vitalicia creencia de que el arte es algo demasiado palpable y cotidiano como para disecarlo.
Nunca he estado de acuerdo con el ritual de aplausos coreografiados, sincronizada iluminación, y sobre todo, la actitud de quienes adquieren toda una programación solo para decir "yo estuve allí".
Está mantuana costumbre siempre queda demostrada. He tenido que colearme por que no hay entradas. La función está agotada.
Vamos a comenzar por lo primero. Los carnet, aborrecible adminiculo plastificado, que lejos de darte acceso a las más autenticas expresiones de arte cultural, te permiten abusar en las antesalas del espectáculo.
He sido testigo de la velada desesperación de abonados y faranduleros de ultima hora abogando por ser incluidos en la lista de protocolo. Después fingen cierto escepticismo y desinterés en sus desabridos comentarios seudo críticos. ¡Que asco!.
Hablemos ahora del publico normal. Los mortales que no pertenecemos a ninguna élite y que solo nos mueve un deseo cultural de esparcimiento. Muy a mi pesar, también aqui me he topado con uno que otro espectador adormilado a mi lado, ademas de los insoportables chillidos de los celulares a mi alrededor. ¡Una falta de respeto!.
Quizás es que la magia que rodeaba el arte se ha extinguido. Atrás quedo el exquisito espíritu bohemio y el intercambio de inteligentes comentarios después del espectáculo. Todos corren al estacionamiento para que no los agarre la cola de la salida.
Lo siento por todos aquellos que no quieren despertar...
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