Varios estudiosos de la figura del murciélago creen que es un tipo agnóstico, pero su vida está marcada por el signo de la cruz (sus padres, a los que él vio morir asesinados, están enterrados bajo dos cruces y él mismo será sepultado bajo otra después de su muerte) y también por la oración.
Es esa conciencia católica, con mezcla del episcopalismo de su padre, la que le lleva a mortificarse de manera constante por sus acciones. Batman sabe lo que tiene que hacer, pero siempre está pensando si no habrá otro camino más a la derecha.
En ese sentido, Alfred, el mayordomo, es la figura que se contrapone al cura de Daredevil. El sacerdote le insiste a Murdock en lo que debería hacer y Alfred le insiste a Wayne en lo que hay que hacer.
La identidad secreta de los católicos del cómic, un universo de blancos anglosajones y de villanos mutantes y descreídos, es la mejor expresión del deseo constante de hacer el bien que debe presidir la vida privada de un católico, pero también subyace la aspiración cristiana de que esa vida pública sea reconocida.
Tras este viaje por el mundo del cómic hay que preguntarse si todo esto tiene un valor, el mundo de hoy necesita héroes positivos, impávidos y justos, que en la eterna lucha entre el bien y el mal siempre saben de qué parte deben estar.
Y por supuesto, no puede faltar la coletilla. Si detrás de ello hay motivaciones religiosas, sera mucho mejor...
Es esa conciencia católica, con mezcla del episcopalismo de su padre, la que le lleva a mortificarse de manera constante por sus acciones. Batman sabe lo que tiene que hacer, pero siempre está pensando si no habrá otro camino más a la derecha.
En ese sentido, Alfred, el mayordomo, es la figura que se contrapone al cura de Daredevil. El sacerdote le insiste a Murdock en lo que debería hacer y Alfred le insiste a Wayne en lo que hay que hacer.
La identidad secreta de los católicos del cómic, un universo de blancos anglosajones y de villanos mutantes y descreídos, es la mejor expresión del deseo constante de hacer el bien que debe presidir la vida privada de un católico, pero también subyace la aspiración cristiana de que esa vida pública sea reconocida.
Tras este viaje por el mundo del cómic hay que preguntarse si todo esto tiene un valor, el mundo de hoy necesita héroes positivos, impávidos y justos, que en la eterna lucha entre el bien y el mal siempre saben de qué parte deben estar.
Y por supuesto, no puede faltar la coletilla. Si detrás de ello hay motivaciones religiosas, sera mucho mejor...
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