Intuyendo que es posible la metamorfosis de la razón en ilógica; sabiendo que es probable la transformación de la vida sensible en una continua plasmación onírica; asimilando todo eso, cualquier persona se puede enfrentar a Waking life con grandes expectativas de enamorarse del universo de Richard Linklater.
Cualquiera de nosotros está capacitado para enredarse, sin escapatoria posible, en esta propuesta conceptual y artística, tan innovadora como estimulante, tan experimental en su morfología, como sorprendente en su genealogía.
Los sueños están pintados en una historia excelente, donde la virtud no está tanto en la verosimilitud dramática, sino, más bien, en la fuerte introspección de todos los personajes.
Un anónimo protagonista mantiene conversaciones con personas distintas que parecen entrar y salir de su vida arbitrariamente. Una frase, "dream is destiny" (el sueño es el destino), expresa la idea básica de la película: atreverse a entrar en el incontrolable mundo de los sueños, tan apasionante como inquietante y oscuro, y permitirse disfrutar al máximo del instante eterno que dura...
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