Cada cabeza es un mundo, dijo alguien por ahí sin aclarar a cual se refería. El culto al falo no se queda en el porno y las novelas rosa, cada quien tiene el suyo, incluso fuera de su propio cuerpo.
En muchos casos, ese señor con cara de cíclope, es el que da la ultima palabra en el devenir de nuestras vidas, incluyendo a las chicas por supuesto.
Para comprender un poco más acerca de la relación polifacética de hombres y mujeres con el miembro viril, solo basta con mirar a nuestro entorno, seguro hay muchas implicaciones culturales asociadas a un repertorio de símbolos, expresiones y poses fálicas.
En realidad, el común de las personas no se da cuenta, pero a cada rato están adorando a un pene. El tipo delgado, alto de cabeza rapada, pan canilla, una chupeta, el auto deportivo, una guitarra a la cadera y erecta, obeliscos.
Todos saborean, nadie observa. Todos los días de nuestra cotidianidad son una muestra del eterno homenaje que la humanidad le rinde a la salchicha procreadora.
Más aun, individualmente, cada quien le pone su propio nombre y vive con su órgano (y el de su pareja), una relación bien especial desde el mismo dia en que se dio cuenta de que "Mr. Dick" estaba allí...
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