Para ser un vampiro no es necesario tener colmillos, ni esfumarse en mitad de la noche...
Las diferencias externas con una persona común son mínimas y la metamorfosis solo ocurre dentro del empaque. En el alma.
De pronto los ojos se apagan, le dan paso a un trance eterno de seducción maquiavelica y sin razón alguna la noche sienta mejor que el día...