Estaba sentado en un sillón, inmerso en la penumbra azulada proyectada por un televisor al que había quitado el sonido.
Las imágenes se sucedían en el monitor sin el sustento de la voz y todo se convertía en lo que en realidad era.
Un inútil y mudo movimiento de bocas en el intento desesperado de hacer oír palabras que nadie escuchaba...