La gente me miraba en silencio siguiéndome a lo lejos con los ojos, habían niños medio desnudos, había viejos blancos, pálidos, había mujeres de barriga hinchada, de rostro desencajado, de color de ceniza, descarnadas con senos flácidos y flancos escuchimizados.
Todo en torno a mi era un centellear de ojos en la penumbra, un reír silencioso, un brillo de dientes, unos ademanes que hendían aquella luz de agua sucia. Luz espectral de acuario. Luz de callejuelas.
La gente me miraba en silencio abriendo y cerrando la boca como hacen los peces...