Stefan Zweig se hallaba en el frente oriental recogiendo proclamaciones de guerra rusas para los archivos Austriacos. Subió a un vagón de carga de un tren hospital, había camillas toscas una al lado de otra, todas ocupadas por hombres pálidos como la muerte que gemían. Sudaban y trataban de respirar en la atmósfera que olía a excrementos y yodoformo. No había morfina ni vendas limpias y aun faltaban 20 horas para llegar a Budapest.
Zweig, al regresar a Viena, escribió una obra de teatro pacifista, "Jeremías". Había reconocido al enemigo contra el que debía luchar.