Mickey mouse esbozo una sonrisa, echo un brazo a los de Goofy y le dio un apretón. Luego se separaron, sin nada más que una muestra de afecto momentáneo.
El viaje que se disponían a emprender era tan previsible y normal como lo era el mundo que les rodeaba.
La negrura de la noche los engullo enseguida...
Los focos les iluminaron de golpe, cegando momentáneamente a ambos. Oyeron la voz de Donald gritando: "!Ya era hora! !Siempre llegan tarde!".
ResponderBorrarDe todos modos, apenas se le oía entre los vítores del público. Mickey tomó la guitarra y Goofy el bajo y se dispusieron a tocar una noche más la música que habían llegado a odiar.