Antes de pisar el grupo de Narcóticos Anónimos, Alicia ya estaba atrapada en un turbulento circulo vicioso lleno de jeringas y depresión. "Si no me pincho me viene el mono". Decía Alicia una y otra vez.
El síndrome de abstinencia la castigaba sin piedad. Furiosos retortijones, resequedad en la boca y el esófago, mas una desmedida ansiedad, eran algunos de los síntomas que la atacaban. Peor aun era el remedio con que pretendía erradicar la enfermedad. "Lo único que cura el mono es volver a pincharme".
Un día Alicia decidió ir sustituyendo la heroína por algunos traguitos de jarabe con codeina. Cuando logro parar los pinchazos se vio envuelta en un cuadro igualmente severo. El jarabe también le daba mono, así que intentaría dejarlo todo.
Alicia, armándose de valor, pidió a una amiga ayuda como si fuera enfermera durante un mes. Alicia aun no aceptaba recluirse, aguantaba repetidos ciclos de malestar, desataba una lucha contra los síntomas que la carcomen por dentro.
Alicia comenzaba a recordar con un gran placer su viaje a través del país de las maravillas. Ha recaído.
El infierno de Alicia solo es superado por el momento en que tiene que ir a rehabilitación...
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