Estaba sentado en el suelo, en su lugar de costumbre, con sus inmensas manos enredadas, como arañas. Durante un largo rato continuo sentado en silencio, dándome la espalda.
No llevaba camisa, solo su flácida piel. Cuanto mas lo miraba mas me parecía una extraña colección de formas y texturas.
Su columna vertebral era una soga llena de nudos. Su cabeza, con aquellos descoloridos mechones, podría haber sido una fruta machucada. Sus brazos, eran palitos envueltos en cuero viejo.
La parte de adelante es tan vieja como la de atrás. ¿Como iba yo a seguir viviendo con ella?...
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