Las grandes historias de los superhéroes nos pertenecen. Son metáforas para los retos y conflictos que enfrentamos en nuestras propias vidas; tratan de esos poderes o sabiduría interna que debemos extraer del interior para superar esos retos y evolucionar continuamente.
La lucha que emprende los superhéroes en las calles y callejones de sus ciudades, es la misma que nosotros enfrentamos en nuestras vidas.
El medio ambiente del relato, los personajes y la trama se combinan para crear historias mitológicas importantes sobre el enfrentamiento entre el bien y el mal, pero la lucha de estos héroes hace eco en nuestra propia experiencia.
En nuestras vidas, estas luchas adoptan la forma de conflictos con quienes amamos o con las personas que trabajamos; estamos ante dilemas espirituales y éticos que arden por el choque
entre ciencia y espiritualidad.
Son como una angustia existencial proveniente de la tecnología que nos rodea, siempre en constante evolución.
Todos nosotros, simples mortales, somos sujetos de esos torrentes de cambio. Tantos de nosotros estamos enfrascados en tratar de perseguir y acomodar el “significado” de las cosas, que sin darnos cuenta adoptamos una visión rígida y estática del mundo.
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