Los pensamientos a veces no nos dejan en paz y no queda otra que escucharlos. Y es que a veces nos empeñamos en tonterías con la vida.
Si nos detenemos a respirar profundamente y tener un poco de paciencia, la vida nos da la anhelada tranquilidad.
Todos queremos cambiar el mundo, y mas allá, todos podemos cambiar el mundo. La cosa es que se nos olvida que hay infinitas maneras para hacerlo.
A veces el mundo no quiere un cataclismo, sino que le hagan cosquillas para reírse un rato...
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