Atrás quedó la época cuando los excompañeros de bachillerato o de la universidad o los amigos que compartieron la infancia en un mismo vecindario, concertaban una cita para verse de nuevo tras tomar otros rumbos en sus vidas.
Hoy la gente ya no necesita reencontrarse pues las redes sociales conducen al encuentro permanente, a una velada que insiste en prolongarse las 24 horas de los 7 días de la semana, durante -al parecer- el resto de la existencia.
Lo que sí permanece inalterable son los niveles de angustia que definen a este tipo de eventos, y que van desde el temor a figurar como el más abollado del grupo, hasta la relación de tribulaciones cotidianas que incluyen un par de divorcios más un empleo de salario mínimo...
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